
Tan cerca y tan lejos, unos pocos kilómetros en el estrecho nos separan, pero sigue habiendo un mundo. Marruecos prospera y conviven, dentro del país, como en todos lados, mundos distintos, pero sigue teniendo un atractivo enorme precisamente por el choque que te produce esa diferencia.
Era mi tercera vez en Marrakech, la ultima 20 años atrás, y la anterior otros 10 más atrás. No cabe duda, Marrakech ha cambiado, pero sigue siendo un lugar fantástico para visitar.
Esta vez con familia hemos pasado 4 intensos días en la ciudad con una escapada relámpago a Essaouira, en la costa.


Aparte de los magníficos lugares para visitar, una de las cosas que más sorprende es la marabunta humana en movimiento que ocupa las calles. Y cuando las calles son estrechas, como en la Medina, entonces la impresión crece: personas locales y turistas , carros tirados por burros, muchos ciclomotores, bicis, todos queriendo pasar a la vez por un callejón de 2 metros. Al final todos pasan…


Mención aparte los «transportes especiales» como el del video de abajo…











Pero si hay un momento y lugar especial en Marrakech, es la noche en la famosa Plaza Jemaa El Fna. De día ya es muy guapa con sus puestos de frutas y personajes variopintos, pero tras el atardecer, con la puesta de sol tras la Mezquita de la Koutoubia, la plaza coje todo su esplendor con los puestos de comida, sus olores y la algarabía de gente.












Nos despedimos de Karim en el Riad Bien Ici, que fue todo amabilidad y ayuda durante la estancia en su «casa» .
Nos vamos encantados, todo redondo, aunque con las ganas de habernos acercado al Atlas o al desierto, queda pendiente…
La gente, en general muy amable, los vendedores en el zoco, con las obvias ganas de vender, aunque insistentes, no nos hicieron pasar por situaciones desagradables.
Nos vamos después de una inmersión en un mundo diferente, que, después de la primera impresión , hemos disfrutado como pocos.
Saludos&keep travelling,
Micky